De cuentos...

A veces me da la impresión de que en mi vida diaria aún siguen colándoseme cuentos y cuentistas. Caí ayer en la cuenta cuando alguien me dijo en una entrevista de trabajo ‘qué ojos más bonitos tienes’ nada más empezar (¡PNL!)... De repente, me vino a la mente la imagen del lobo feroz y caperucita. Poco después, recordé que no es el único personaje de cuento que se ha colado en mi vida últimamente. Como cualquier fábula o cuento de hadas que se precie, suelen hacerlo cuando menos te lo esperas (!!). Ahora mismo pienso en algún célebre Pinocho, en algún Peter Pan, en la madrastra de Blancanieves y como no, en Cenicienta... Y también, no me olvido de la Bella, del flautista de Hamelín y de alguna que otra hada madrina que me ha enseñado mucho... :-) Todos van desfilando como quien no quiere la cosa, incluso yo misma, que no me libro de hacer algún paseíllo que otro de vez en cuando (!). Muchas veces hay quien se tiene el papel más que aprendido; en otras, se adaptan según quien sea su público. Lo importante es el aplauso, ya se sabe...sino, ¿para qué tanto actuar? Los hay también que incluso llevan tanto tiempo interpretando su papel, que no recuerdan ni tan siquiera como eran antes de ponerse el disfraz y empezar a vivir en su cuento. Ante estos, a mí personalmente no me queda otra que suspirar con los ojos bien abiertos. Y en estos casos, he llegado a la conclusión de que resulta inútil entrar en escena, intentar decir un par de frases o simplemente empeñarse en descubrir qué hay detrás de la máscara. Opto por quedarme en silencio o embobada escuchándoles y deseando que perciban mi inaudible e interior aplauso. Sin embargo, de todo esto, lo que más me maravilla es ver cómo en algunos momentos el personaje llega a cobrar tanta vida que es casi imposible saber dónde empieza y termina su actuación. ¿Deberían reescribirse los cuentos tal como abogan ahora desde filas pedagógicas? Yo voto que no. Los cuentos siguen siendo mágicos tal cual han sido siempre, pese a colarse con sus feas caras de vez en cuando en la realidad. Quizá porque tienen algo de imperecedero y universal. Quizá porque nos enseñan mucho, especialmente si logramos reconocerlos, de repente, en el día a día, en esos momentos en que la vida te los pone en bandeja: ahí perfectamente orquestrados y reescritos de un modo que ni Shakespeare lo hubiera hecho mejor... :-)

Fionn Regan


Y para saber más: Hadas y brujas. La reescritura de los cuentos de hadas en escritoras contemporáneas en lengua inglesa. Beatriz Dominguez García. (¡Muy bueno!)
AS Byatt, El libro de los niños