Entrevista extraída de aquí y publicada por Nuria Navarro en El periódico sobre el Movimiento Slow.
-¿Qué hacemos? ¿Tiramos el reloj a la basura?
Reemplazar el culto a la velocidad por el culto a la lentitud sería un error. Propongo dedicar a las cosas el tiempo que merecen. Desacelerar.
-Una medida de urgencia.
Apagar el televisor --el europeo medio pasa unas cuatro horas diarias frente al aparato--, coger un papel y un lápiz, confeccionar una lista de actividades diarias y empezar a tachar las prescindibles. Tememos a la inactividad. Buscamos atajos. Colocamos la cantidad antes que la calidad. Y el movimiento Slow antepone la calidad a la cantidad.
-¿Usted ha echado el freno?
¡Ya lo creo! Y tengo mucha más energía. Me siento más conectado con todo. Disfruto más. Hay que saborear la vida, no sobrevivirla. La revolución del concepto del tiempo es una nueva revolución cultural.
--Cronos ya estaba presente en la mitología griega...
Pues todo empezó a ir mal cuando instalaron relojes en las plazas de los pueblos. Se impusieron leyes para estructurar el horario. El tiempo empezó a medirnos a nosotros. Luego la tecnología empeoró el asunto, hasta llegar a una sociedad de gente que se enoja cuando las cosas no van a la velocidad del ratón.
-Incluso dice que estamos en la era del furor.
Sí. El apresuramiento hace que la gente esté siempre a punto de explotar. Así, gente normal, buena gente, en un atasco, es capaz de enloquecer. Creo que estamos rozando el punto de ruptura. Se nota en los problemas de salud pública --depresión, estrés, ansiedad, obesidad--; en el fracaso de la pareja, en la dificultad para relacionarnos, en el alto absentismo laboral. Y ¿sabe lo peor?
-No.
Hemos contagiado el virus de la velocidad a los niños. Las primeras palabras que aprenden son "venga" y "date prisa". En nuestra infancia de tiempos desestructurados, inventábamos cuentos y juegos. Ahora la ansiedad infantil es frecuente.
-¿Qué dice el movimiento Slow?
La idea es sencilla: buscar el ritmo adecuado para cada cosa.
(...)
La mejor manera de aprovechar la vida es desacelerar, créame. La prisa ha colonizado incluso el ocio. Cuando tenemos tiempo libre, corremos para llenarlo de ruido y distracción. Quizá la evasión sea una forma de evitar las grandes preguntas...
Interpol - Slow Hands
Comentarios
Si uno no quiere verse a sí mismo, corre. Si uno tampoco quiere ver el universo, corre... Y si tienes algo que esconderte o esconder, corres todavia más. El libro me lo apunto, sin prisa pero sin pausa, en su ritmo justo. Gracias por la recomendación
yo leía ayer otra entrevista que acababa así (creo que se enlaza perfectamente con el tema!):
"No es ningún síntoma de inteligencia adaptarse a una sociedad como la actual, profundamente enferma."
así es, enferma! i criamos a niños en esa "enfermedad"!
;-(
apa! ya me he deprimido!
smile.
Un beso!
Los hay que se vuelven a acelerar pensando en recuperar el tiempo perdido, volviendo a hacer las cosas que no quisieron o no pudieron hacer antes y perdiendo el tiempo que emplean en ser quienes no volverán a ser.
Lo importante no está al final del camino... es el camino en sí.
¿Me he vuelto filósofo? ¿zen?... solo seguí desacelerando.
Besos
Alice
(...y mirar a la vez esos árboles que comenta Barbasapiens :D)