Todo empieza a una gran distancia. Muy lejos de aquí. Quien sabe donde estuvo el origen. Andando entre pensamientos e incertidumbres. De repente, alguien mira al cielo y lo ve lleno de puntitos. Y la mente empieza a volar y divagar entre pasos y bosques. A mucha distancia, digo. Y de repente la mente se enciende y empieza a cavilar. Sobre dónde estuvo el origen, sobre qué las formó. Entre pensamientos e incertidumbres, su mente transita entre estos puntitos en el cielo. Piensa en constelaciones, en mitos, en sus leyendas. En sus posibles historias. En Orión y en Cassiopeia. En la Osa Menor y la Osa Mayor. Finalmente, se rinde y no piensa, tan sólo contempla el cielo.
A una gran distancia también, alguien empieza a meditar sobre el origen de las estrellas. Recuerda así lo que una vez le contaron: que esos puntitos en el cielo eran restos moribundos de luz que al parecer nacieron hace miles y miles de años. Así, entre pensamientos e incertidumbres, busca y rebusca en historias y leyendas. En Perseo y en Andrómeda. En la Osa Menor y la Osa Mayor. Y así piensa y piensa, demasiado, como de costumbre... aunque así es como también descubre un fantástico mito indoamericano que lee y relee. Sin embargo, el cansancio le puede. Y finalmente, se rinde y no piensa, tan sólo contempla el cielo.
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Comentarios
Por cierto, no dejes de escribir tras la pausa de una semana, porfaaaa. Tus posts, al menos a mí, me gustan muchísimo. :)
Imposible según en qué lugares cuando te encuentras en la montaña por ejem, debajo de un cielo de esos que se te cae encima...diooos!
eso! casi se cree en dios!
;-)
Eskilhans, te digo lo mismo :)