El ser humano es un túnel estrecho, hay que internarse en él si quieres conocerlo. Hay que avanzar en la oscuridad, aspirar el olor de todos los animales muertos, escuchar sus gritos, los dientes que rechinan y los llantos. Hay que andar, hundir las patas en el charco de sangre y trepar por un hilo de oro abandonado por el propio ser humano, cuando no era más que infancia y ningún tejado cubría su techo.
El ser humano es un túnel estrecho, hay que internarse en él si quieres conocerlo. Hay que avanzar en la oscuridad, aspirar el olor de todos los animales muertos, escuchar sus gritos, los dientes que rechinan y los llantos. Hay que andar, hundir las patas en el charco de sangre y trepar por un hilo de oro abandonado por el propio ser humano, cuando no era más que infancia y ningún tejado cubría su techo.
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