Últimamente tengo la sensación de que estoy soñando. Es una sensación extraña y confusa. Más que de costumbre. De repente, me embarga una sensación de no realidad que hacía tiempo no sentía. Me viene a fogonazos y a veces es más intensa en tiempo y espacio que de costumbre. Ayer mismo, volvió a repetirse.
En la televisión se sucedían palabras y debates que no podían ser reales: retrocedemos 30 años en cuestión de horas. Esto no puede ser la realidad. Nos han dado un Lexatin y ni nos hemos ni enterado. Tiene que ser un sueño. Ando en una semivigilia porque no puede ser que en pleno siglo XXI se cree una ley tan reaccionaria en un país que iba dando pequeños pasos. Pero sí, Gallardón acaba de anunciar una locura que convierte esta especie de sueño en pesadilla.
La mujer es víctima, no puede decidir por sí misma. Un feto
fruto de una violación no es igual a cualquier otro feto. El ADN debe ser incluso distinto y yo acabo de
enterarme. Gracias, Gallardón.
No quiero ni pensar en que ahora, repentinamente, se elevará el número de denuncias por violación en este país de pandereta. No quiero pensar en que se crearán pequeñas mafias de doctores favorables al aborto que pronto serán clandestinamente conocidos. Tampoco quiero pensar en cómo las niñas de las juventudes del PP sí podrán abortar porque tendrán los medios para irse a Londres o a cualquier otro país donde la religión no haya sorbido el seso a quienes están en el gobierno. No lo quiero pensar, porque seguro que sigo en este mal sueño del que espero despertar pronto...
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