Nunca lo hubiera dicho pero 2013 ha sido un año repleto de lecturas, cine, escritura, lugares y fotos... Mi poco tiempo libre parece haberse expandido, dilatado, aumentado o simplemente, ha dado bastantes frutos el dedicar muchos esfuerzos a querer aprovecharlo a fondo: madrugones, desconexión virtual, soledad y compañía a partes iguales. Todo para no caer en la tentación de pensar que no hay tiempo para hacer cosas, que se nos esfuma a toda velocidad sin que podamos hacer nada al respecto. Me niego a sucumbir. Me rebelo contra ello, hay que encontrar espacios y minutos para tener espacios de libertad, y no solo en las ansiadas vacaciones.
Hoy, como despedida del año, os dejo tres propuestas. No son las mejores, son las que se me ocurren en este instante. Espero que os gusten y que el nuevo año nos traiga muchas más... ¡Feliz año nuevo!
De libros...
Freud, uno de los grandes maestros de la narrativa, sabía que el pasado no es algo fijo como sugiere el tiempo lineal. Podemos volver atrás. Podemos recoger lo que se nos cayó. Podemos arreglar lo que otros rompieron. Podemos hablar con los muertos. (...)
La
mayoría de los niños dejan algo para Papá Noel cuando baja por la
chimenea en Navidad. Yo hacía regalos para los cuatro jinetes del
Apocalipsis.
De cine...
Gravity de Alfonso Cuarón
La he visto estos últimos días. No me atraía en absoluto pero me ha gustado tanto que ya casi la considero la película del año. Una metáfora de la vida. Espectacular. No os la perdáis.
De música...
Un fenómeno también del que me acabo de enterar, hija de un conocido político de Castilla-La Mancha, acaba de sacar su primer disco. He estado viéndola en algunas entrevistas y creo que su frescura, talento y particular voz van a dar mucho que hablar.... Aquí os la dejo.
María Rozalén aparece junto a Beatriz Romero, que traduce al lenguaje de signos la
letra de su desgarrada, aunque divertida, canción. Lo hace Romero con
tal comicidad que acaba siendo tan protagonista como Rozalén. Y la
colaboración no acaba ahí: la cantautora se la lleva, siempre que lo
permiten los deberes profesionales de la intérprete, que trabaja en un
instituto, a los conciertos, que acaban convertidos en una fiesta en la
que nadie, nadie, queda excluido. (Extraído de aquí)
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