Aye murió mi tele. 20 años acompañándome. Ahí es nada... Fue un regalo especial, un regalo de otros tiempos y lugares, un regalo que no conocía de obsolencencias programadas. Una reliquia (!) Falleció por la tarde, de improviso. Apenas un par de estertores, que no me hicieron sospechar de su súbito final. Ese gran armatoste me acompañó y reacompañó a lo largo de los años. Sonando de fondo. Ahí vi la mayoría de series y pelis de las que he hablado en el blog. Por eso y porque me apetece ver el vídeo que hoy pongo, le hago un pequeño homenaje. Su final llega en un día especial también. Si es que nada pasa por casualidad...
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