H.P. Lovecraft vivía con todas las persianas bajadas. Vivía y comía y escribía con las persianas bajadas. Amaba la luz artificial. Amaba la calidez tenue y líquida de la luz artificial. Salía de casa únicamente de noche y le gustaba recorrer las calles menos transitadas de Providence, Rhode Island, donde podía estar seguro de que no se iba a cruzar con ningún otro ser humano. De madrugada. Bajo la luz líquida de las farolas. En Providence, Rhode Island. H.P. Lovecraft vivía perpetuamente con las persianas cerradas porque odiaba la luz del sol. Y paseaba por las noches. Por su ciudad natal. Pasando por el cementerio. Por las colinas de las afueras de la ciudad. Solo. Bajo las farolas. Procurando no cruzarse con ningún otro ser humano.
Fragmento extraído de Rosemary, relato incluido en Los ríos perdidos de Londres (Mondadori) de Javier Calvo.
Fragmento extraído de Rosemary, relato incluido en Los ríos perdidos de Londres (Mondadori) de Javier Calvo.
Comentarios
Besotes!!
Sí, sí, totalmente de acuerdo beto, aquí otra fan de Lovecraft :) Saludos!
yo me invento una y digo que al menos 'la oscuridad de unos sirve para iluminar a muchos otros' (terriblemente injusto pero es así)...
Por cierto, tío einar, sabías que Lovecraft escribió poemas? Yo no...hasta ayer...
aunque me gustan más los de su coleguilla Clark Ashton Smith, que realmente te transportan a...¿adonde te transportan? ¡¿Qué está pasando aquí?!