Recuerda que hay que morir.
Muriel Spark
Recuerda que hay que vivir.
Ali Smith
«Somos todos huérfanos… pero si aprendemos a leer nuestra vida como un cuento, podemos escapar de la tiranía de los hechos.»
Jeanette Winterson
Estamos aquí, allí, aquí no, allí no, nos arremolinamos como motas de polvo, reclamamos para nosotros los derechos del universo. Somos importantes, somos nada, quedamos atrapados en vidas que son obra nuestra y que nunca quisimos. Escapamos, lo intentamos de nuevo, nos preguntamos por qué el pasado viene con nosotros, nos preguntamos cómo hablar del pasado.
Hay una cabina en la estación Grand Central donde podemos grabar nuestra vida. Hablamos. Nos graba. Es la versión moderna del confesionario; no hay cura, solo nuestra voz en el silencio. Lo que fuimos, conservado digitalmente para el futuro.
Cuarenta minutos son nuestros.
¿Qué diríais en esos cuarenta minutos? ¿Cuáles serían vuestras últimas voluntades? ¿Qué elementos de vuestra vida se hundirán bajo las olas y cuáles serán como el faro y os reclamarán de vuelta a casa?
Se nos enseña a dar prioridad a una historia sobre otra. Todas las historias deben contarse. Bueno, quizá sea cierto, quizá merezca la pena escuchar todas las historias, pero no todas las historias merecen ser contadas.
(De la gran Jeannette Winterson, La niña del faro, editorial Lumen).
PD: Ay, Yamabuki, me va de perlas la cancioncita que me dejas. Gracias. Me encanta (qué te voy a decir de mi Anthony). Así ilustra este post de este libro que tú también leíste y que tenía preparado para hoy :)
Muriel Spark
Recuerda que hay que vivir.
Ali Smith
«Somos todos huérfanos… pero si aprendemos a leer nuestra vida como un cuento, podemos escapar de la tiranía de los hechos.»
Jeanette Winterson
Estamos aquí, allí, aquí no, allí no, nos arremolinamos como motas de polvo, reclamamos para nosotros los derechos del universo. Somos importantes, somos nada, quedamos atrapados en vidas que son obra nuestra y que nunca quisimos. Escapamos, lo intentamos de nuevo, nos preguntamos por qué el pasado viene con nosotros, nos preguntamos cómo hablar del pasado.
Hay una cabina en la estación Grand Central donde podemos grabar nuestra vida. Hablamos. Nos graba. Es la versión moderna del confesionario; no hay cura, solo nuestra voz en el silencio. Lo que fuimos, conservado digitalmente para el futuro.
Cuarenta minutos son nuestros.
¿Qué diríais en esos cuarenta minutos? ¿Cuáles serían vuestras últimas voluntades? ¿Qué elementos de vuestra vida se hundirán bajo las olas y cuáles serán como el faro y os reclamarán de vuelta a casa?
Se nos enseña a dar prioridad a una historia sobre otra. Todas las historias deben contarse. Bueno, quizá sea cierto, quizá merezca la pena escuchar todas las historias, pero no todas las historias merecen ser contadas.
(De la gran Jeannette Winterson, La niña del faro, editorial Lumen).
PD: Ay, Yamabuki, me va de perlas la cancioncita que me dejas. Gracias. Me encanta (qué te voy a decir de mi Anthony). Así ilustra este post de este libro que tú también leíste y que tenía preparado para hoy :)
Comentarios
Que grande eres Silvia!!!
Sikus,
Y.