de Irène Némirovsky
Ante determinados hechos de la vida, ¿no piensas a veces en el instante del que nacieron, en el germen del que surgieron? No sé cómo decirlo... Imagina un campo en el momento de la siembra, todo lo que contiene un grano de trigo, las cosechas futuras...Bueno, pues en la vida ocurre exactamente igual. [...]
-Si supiéramos lo que recogeremos por adelantado, ¿quién sembraría su campo?
- Pues todos [...]. La vida es eso, alegría y llanto.
Irène Némirovsky se dio a conocer con Suite Francesa (novela que aún no he leído) y a partir de ahí, arropada por el éxito y el mito, nos han ido llegando sus novelas póstumas y no póstumas, poquito a poquito y gracias al empeño de la editorial Salamandra (otra que se merecería un post aparte).
De momento, he leído ‘El baile’, ‘David Golder’ y ahora la recién publicada ‘El ardor de la sangre’ (Sang calenta, en catalán; Chaleur de sang, en francés y Fire in the Blood, en inglés).
Me encanta Némirovsky porque engancha... La historia para mí es lo de menos –esta última novela casi parece un folletín-, lo que me atrapa es el estilo, la cercanía con el lector, la dosificación de la información y cómo se entrevé en su escritura sabiduría y profundidad por igual.
Me ha gustado la novela, pero lo que me sigue fascinando es la elección de las palabras, y la forma en que, entre los cruces de diálogos y descripciones, la Némirovsky mete reflexiones duras e impresionantes sobre la condición humana...En este caso, la metáfora del ‘ardor de la sangre’ alude a la pasión e ilusión de la juventud en contraposición con la desidia o abulia de la edad madura...
Si queréis conocer a esta autora, os aconsejaría empezar por la novelita breve ‘El baile’.
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